“Conversando con nuestros soldados, por los que hoy estamos especialmente preocupados, escucho constantemente un único pedido: “¡Recen por nosotros!” . Quiero transmitir este pedido del ejército ucraniano, en cuyas manos está hoy el destino de Ucrania, a todos los que me escuchan: recen, recen por nuestro ejército ucraniano, ¡que hoy defiende la paz de Ucrania, de Europa y del mundo!”.
En la comunicación del día décimo sexto desde el inicio de la invasión rusa, Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, arzobispo de la Iglesia Griego-Católica, insiste en la necesidad de la oración y de cómo es precisamente esto lo que le piden los soldados que encuentra. A continuación una traducción al castellano de la carta de este viernes 11 de marzo, publicada por la agencia ZENIT.
¡Alabado sea Jesucristo!
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy es el 16º día de esta terrible guerra. Y en este día, 11 de marzo de 2022, Ucrania sigue de pie, Ucrania sigue luchando, Ucrania sigue curando las heridas de guerra de sus hijos, sigue salvando y amparando a sus hijos que sufren.
Por algún motivo resulta que esta guerra se está convirtiendo en una guerra que principalmente ataca a los civiles. Incluso, según las cifras oficiales, en estos días murieron muchos más civiles, entre ellos mujeres y niños, que militares. Lloramos a los hijos de Ucrania, víctimas inocentes de esta guerra.
Pero Ucrania también muestra ante el mundo nuestro espíritu inconmovible, nuestra voluntad inquebrantable, la voluntad de construir un Estado libre, democrático e independiente. Ucrania está asombrando al mundo entero con su fuerza y eso es lo que nos da la posibilidad de creer en la victoria. La gran mayoría de los habitantes de Ucrania creen que Ucrania saldrá victoriosa. Y esta fe, la fe en Dios, y la fe en el poder de la verdad y del bien es lo que nos ayuda a seguir adelante.
Conversando con nuestros soldados, por los que hoy estamos especialmente preocupados, escucho constantemente un único pedido: “¡Recen por nosotros!” . Quiero transmitir este pedido del ejército ucraniano, en cuyas manos está hoy el destino de Ucrania, a todos los que me escuchan: recen, recen por nuestro ejército ucraniano, ¡que hoy defiende la paz de Ucrania, de Europa y del mundo!
Estos días, hablando con muchas personas, refugiados, mujeres, niños… en sus ojos veo el deseo de volver a casa. Me dicen: “¡Queremos volver a casa! ¡Queremos reconstruir nuestras casas! No queremos dejar nuestra patria”. Y aunque hoy por hoy, más de dos millones de personas han abandonado Ucrania, los hijos de Ucrania quieren vivir en su propia casa, en su propio país y en paz. Por eso hoy, movidos por el amor cristiano, abrazamos a todos los que se ven obligados a abandonar sus hogares. Rezamos por todos aquellos que están atrapados en ciudades totalmente sitiadas.
Estos días me contaron las circunstancias de Slavutych, que se encuentra cerca de la zona de Chornóbil. A esta zona la han dejado sin electricidad… hay gran peligro de que se produzca una nueva oleada de radiación procedente del reactor de Chornóbil. Pero nuestro sacerdote y su esposa se quedaron allí con su gente, con su pueblo que está totalmente sitiado.
Hoy hago un llamamiento a todos los residentes de Ucrania, a todos los ciudadanos de Ucrania. Estén donde estén: ¡Fortalezcan su nación! Nuestro ejército está en guerra, pero los ciudadanos de Ucrania debemos reforzar nuestras estructuras estatales lo mejor que podamos. Maestros: comiencen a enseñar. Agricultores: deben prepararse para la siembra. Ciudadanos todos: hagan lo que tienen que hacer en su trabajo de administración civil y militar.
¡Ucrania debe trabajar y vivir para resistir a esta guerra!