Con las campanas sonando de fondo, el papa Francisco en silla de ruedas abrió este 24 de diciembre la Puerta Santa en la basílica de San Pedro, dando así inicio al Jubileo 2025.

Antes de abrir el gran portón de bronce fue proclamado el Evangelio de Juan: “Yo soy la puerta, dice el Señor: si uno entra a través de mí, será salvado”.

El Papa de 88 años se convirtió en el primer peregrino que cruzó la Puerta Santa, y a pesar del resfrío y de las bajas temperaturas estuvo en la llamada ‘misa de gallo’, celebrada en latín y acompañada por los cantos del coro de la Capilla Sixtina.


En su homilía dijo: “Con la apertura de la Puerta Santa damos inicio a un nuevo Jubileo. Cada uno de nosotros -dijo- puede entrar en el misterio de este anuncio de gracia. En esta noche, la puerta de la esperanza se ha abierto de par en par al mundo; en esta noche, Dios dice a cada uno: ¡también hay esperanza para ti!”

Explicó el significado de este Año Santo, cuyo tema central es la esperanza, que pide a los cristianos “levantar la voz contra el mal y contra las injusticias que se cometen sobre la piel de los más pobres” y pidió “que nos indignemos por las cosas que no están bien y que tengamos la valentía de cambiarlas”.

“Hay tantas desolaciones en este tiempo. Pensamos en las guerras, en los niños asesinados, en las bombas sobre escuelas y hospitales”.

“Todos nosotros tenemos el don y la tarea de llevar esperanza allí donde se ha perdido; allí donde la vida está herida, en las expectativas traicionadas, en los sueños rotos, en los fracasos que destrozan el corazón; en el cansancio de quien no puede más, en la soledad amarga de quien se siente derrotado, en el sufrimiento que devasta el alma; en los días largos y vacíos de los presos, en las habitaciones estrechas y frías de los pobres, en los lugares profanados por la guerra y la violencia”.

La misa concluyó con Francisco que llevó la imagen de Jesús al pesebre. Niños vestidos con trajes tradicionales llevaron flores iniciando la Navidad.

El día después el Pontífice latinoamericano abrió en la cárcel romana de Rebibbia, la segunda Puerta santa, ante unas 300 personas entre reclusos, sus familiares, directivos y personal penitenciario.

Esta Puerta Santa se sumará a las otras de las tres basílicas pontificias: San Giovanni in Laterano; San Paolo; Santa Maria Maggiore. En Rebibbia invitó a tomar en manos la cuerda de la esperanza que como un ancla en la tierra nunca defrauda y abrir las puertas de par en par las puertas del corazón.

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